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CUADERNO DE INTEGRACIÓN SOCIAL

[entrecruzamientos entre artes y humanidades, bienestar social y mental, con unos toques de poiesis y eudemonía]

CUADERNO DE INTEGRACIÓN SOCIAL · espejos, ventanas, lentes

[entrecruzamientos entre ciencia, artes y humanidades, bienestar social y mental, con unos toques de poiesis y eudemonía]

NATURALEZA

La naturaleza es valiosa no sólo por sí misma; también puede ser reverenciada como una obra filosófica persuasiva y redentora. La naturaleza corrige nuestra errónea y, en última instancia, dolorosa sensación de que somos esencialmente libres y poderosos. La idea de que tenemos la libertad de moldear nuestros propios destinos como queramos se ha vuelto central en nuestra visión del mundo contemporánea: se nos anima a imaginar que podemos, con el tiempo, crear exactamente las vidas que queremos, en torno a nuestras relaciones, nuestro trabajo y nuestra existencia en general. Este escenario esperanzador quizá ha sido una fuente de sufrimiento innecesario. Hay muchas cosas que desesperadamente queremos evitar, por las que pasaremos buena parte de la vida preocupándonos y que luego resentiremos amargamente cuando, de todos modos, se impongan sobre nosotros. Y esa idea de inevitabilidad es central en el mundo natural: el árbol caducifolio tiene que perder sus hojas cuando la temperatura baja en otoño; el río debe erosionar sus bancos; el frente frío depositará su lluvia; la marea tiene que subir y bajar. Las leyes de la naturaleza están gobernadas por fuerzas que nadie eligió, que nadie puede resistir y que no admiten excepciones. Cuando contemplamos la naturaleza (un bosque en otoño, por ejemplo, o el ciclo reproductivo de un salmón), estamos presenciando reglas que, en su amplia e irresistible estructura, también se aplican a nosotros mismos. Nosotros también debemos madurar, buscar reproducirnos, envejecer, enfermar y morir. Enfrentamos, además, una letanía de otras cargas: nunca seremos completamente comprendidos por otros; siempre estaremos cargados de cierta dosis de ansiedad primordial; nunca sabremos completamente cómo es ser otra persona; inevitablemente fantasearemos sobre tener más de lo que podemos tener; nos daremos cuenta de que de muchas maneras diferentes no podemos ser quienes queremos ser. Y lo que más tememos sucederá independientemente de nuestros deseos. Pero cuando vemos la frustración como una ley de la naturaleza, le quitamos parte de su amargura. Constatamos que las limitaciones no son de ninguna manera únicas para nosotros. En escenas impresionantes y majestuosas (el ciclo de vida de un elefante, la erupción de un volcán), la naturaleza nos aleja de nuestra tendencia habitual a personalizar y protestar contra nuestro sufrimiento. Por lo que una tarea central de la cultura podría ser recordarnos que las leyes de la naturaleza también se aplican a nosotros, así como a árboles, nubes y acantilados. Y reconocer cuándo y dónde termina nuestra propia tentadoramente poderosa pero siempre limitada voluntad, y cuándo y dónde nos veremos obligados a inclinarnos ante fuerzas infinitamente mayores que las nuestras, no parece un mal objetivo en la vida.

Carlos Castro Rincón