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CUADERNO DE INTEGRACIÓN SOCIAL

[entrecruzamientos entre artes y humanidades, bienestar social y mental, con unos toques de poiesis y eudemonía]

CUADERNO DE INTEGRACIÓN SOCIAL · espejos, ventanas, lentes

[entrecruzamientos entre ciencia, artes y humanidades, bienestar social y mental, con unos toques de poiesis y eudemonía]

PASTELES

Wayne Thiebaud no está siendo sarcástico. Esta no es una burla sofisticada contra los apetitos comunes, ni un guiño al arte pop (un movimiento que al parecer detestaba). Simplemente adoraba la repostería. Su madre había sido una gran panadera y él mismo era un excelente cocinero. Cuando fue a París, sus primeros destinos no fueron el Louvre o el Jeu de Paume, sino pastelerías y cafeterías; sus obras favoritas no eran de Rembrandt ni de Van Gogh, sino cannelés, brioches, eclairs. En «Cakes», de 1963, su pincelada precisa y franca evocaba merengue y crema, azúcar glas y chocolate derretido. Cuando yazcamos en nuestro lecho de muerte, probablemente sólo habrá dos cosas hermosas que recordaremos y desearíamos haber disfrutado más. Eso. La otra son los pasteles. Nuestros cerebros grandes y sofisticados no nos hacen ningún favor: nos llevan a olvidar que los placeres centrales de la vida no se originan en sus pliegues, y por eso restan importancia a que la diversión puede venir, en última instancia, de otra parte. Pero es comprensible que desconfíemos de esa negación. Nos gusta que nuestros placeres estén alineados con metas grandiosas, racionalmente fundamentadas y duraderas: el matrimonio, la mejora profesional, la familia, la política. Parece moralmente degradante pedir a unos dulces que nos proporcionen uno de los ingredientes centrales del sentido de la vida. Pero con esa actitud tal vez nos estamos haciendo un flaco favor. La mayor parte de lo que planeamos en nuestras inteligentísimas mentes no saldrá adelante, la mayoría de nuestras grandes esperanzas no se harán realidad, los amigos y los amores nos decepcionarán, las carreras fracasarán. El cuadro de Thiebaud lo sabe y los estómagos están de acuerdo. Es una forma superior de inteligencia conocer los límites de la inteligencia. Parte del buen pensamiento implica saber cuándo dejar de pensar. Así que pasar por alto el papel que desempeñan los milhojas y las tartaletas de fresa a la hora de sustentar la satisfacción es una omisión insensible y despiadada. Y es que los grandes artistas siempre se han acordado de celebrar las auténticas razones para seguir viviendo.

Wayne Thiebaud. Cakes, 1963.

Carlos Castro Rincón