FRESAS 1
En teoría, ya creemos que las fresas son buenas. Pero aquí Coorte las ha convertido en un monumento. Como si quisiera volver a reconciliarnos con su milagrosa existencia. Recordarnos que amamos un aspecto del mundo más de lo que pensábamos, que hay cosas que damos por sentado y no obstante a veces no apreciamos del todo. Él mira las fresas con gratitud, recuperando el asombro e invitándonos a hacer lo mismo. No hay demasiadas distracciones en el cuadro: un cuenco chino, crema y verde, con un estampado sencillo y una flor blanca proporcionan el escenario ideal para volver a conectarnos con una delicia sencilla, con una pasión simple. El artista nos conoce muy bien: sabe cómo la excesiva familiaridad embota la apreciación de todas las pequeñas maravillas que el mundo nos ofrece. La propuesta de concentrarnos durante dos o tres minutos en algo o alguien podría refrescarnos la curiosidad y el sentido del valor. ¿Acaso necesitamos hacer con algunas cosas o con algunos seres lo que hizo Coorte con las fresas?