HOGAR
En una era de desplazamientos masivos y viajes globales, ¿tiene sentido hablar de hogar? Actualmente puede haber hasta 200 millones de personas viviendo fuera de su país de nacimiento. Y nada perturba y cuestiona más el concepto de hogar que la figura del inmigrante. Pero el inmigrante también encarna una extraña habilidad para recrear, de manera nostálgica e imperfecta, los vestigios de una cultura abandonada en otra parte, mientras se adapta, e incluso llega a dominar, un nuevo idioma y se integra en una nueva sociedad. Sin embargo, no importa cuán resuelto sea, una inquietud vertiginosa, una ambivalencia existencial, lo persiguen siempre. El nuestro es un mundo que se entrecruza a lo loco y hay una gran ironía en el hecho de que el viajero por placer, curioso, prefiera visitar justo esos lugares que muchas personas buscan desesperadamente abandonar. Veamos el caso de los antropólogos, que son unos viajeros muy raros. Van a los mismos lugares una y otra vez, a diferencia de los turistas, que tienen una lista de verificación y siempre van a un lugar distinto o pueden regresar al más bonito. Los antropólogos pasan largos periodos de tiempo con personas que nunca han viajado, personas que no se han aventurado más allá de los pueblos y ciudades donde nacieron y crecieron. Y es que comprender la relación entre sentirse como en casa y sentir nostalgia ha sido durante mucho tiempo una obsesión antropológica, así como la idea de que la profesión consiste en salir al mundo para estudiar al Otro. Esta disciplina se construyó a través de un conjunto de reflexiones sobre el significado de insider y outsider, familiar y exótico, nativo y foráneo. Pero en ese ir de un sitio a otro, la vasta y desenfrenada infraestructura de la vida moderna se escapó de su atención. Se perdieron los espacios transitorios que el antropólogo francés Marc Augé denominó no-lugares: aeropuertos, centros comerciales, hoteles, autopistas, terminales de autobuses, estaciones de metro, plazas, recintos de acogida, etcétera. Estos no-lugares (domicilio: debajo de un punte) surgen para cuestionar radicalmente el concepto de hogar, y a medida que se expanden por el planeta, especialmente para funcionar como el hábitat de los que no pertenecen a un país, en paralelo sirven para renovar la presión de los que sí por trabajar duro para evitar que la idea de casa se convierta en un espacio transitorio e inestable. Y es que las nociones sentimentales de la santidad del hogar se alistan como un ejército para combatir la amenaza de los no-lugares. Proliferan guías, tiendas, páginas web, cuentas de redes sociales y programas de televisión con el único propósito de ayudarnos a hacer que nuestros hogares sean, excepcionalmente, encantadores e irremplazables. Pero, ¿es algo que siempre podemos dar por sentado? «El significado de hogar», dice la antropóloga Ruth Behar, «está lleno de contradicciones y es imposible de abarcar en una sola definición». Por eso aventura unas cuantas:
El hogar es una ubicación concreta en un mapa.
El hogar es un conjunto de recuerdos que no se puede limitar a ningún mapa.
El hogar es la calle donde diste tus primeros pasos.
El hogar es la genealogía, quién engendró a quién, y cómo llegaste a ser.
El hogar es el registro histórico de aquellos que vinieron antes que tú.
El hogar es la tierra por la que tus ancestros lucharon y perdieron.
El hogar es la tierra que tus ancestros conquistaron por la fuerza.
El hogar es tu familia, aquellos a quienes aprecias.
El hogar es el nido que creas con el extraño que se convierte en tu compañero de vida.
El hogar es el campo de maíz, los olivos, el rebaño de ovejas de las que te alimentaste.
El hogar es el fuego del hogar, la cocina que reúne a familiares y amigos.
El hogar es un refrigerador abastecido con tu sabor de helado favorito.
El hogar es la forma en que tu abuela pronunciaba tu nombre como una bendición.
Y un hogar es donde pones a tu abuela cuando está enferma e indefensa.
El hogar es la canción de cuna que tu madre te cantaba para dormir.
El hogar es la canción de cuna que desearías que tu madre te hubiera cantado para dormir.
El hogar es un lenguaje compartido donde incluso tus gestos más pequeños son comprendidos.
El hogar es donde puedes estar en pijama todo el día si así lo deseas.
El hogar es refugio: la casa, el apartamento, el piso, la choza, la tienda de campaña, donde puedes encontrar descanso y refugio de los elementos naturales, del calor, la lluvia, el frío, la nieve, las tempestades.
El hogar es tu ser querido, a quien llevas flores, regalos y chocolates.
El hogar es donde te aburriste y soñaste con nuevos horizontes.
El hogar es tu página de inicio en tu sitio web, o la pantalla de inicio en tu teléfono móvil.
El hogar es una estufa sucia, un piso sucio, estanterías polvorientas, telarañas en las esquinas, acusándote de desorden y pereza.
El hogar es ese lugar que abandonas para irte de vacaciones y olvidarte de tu desorden y pereza.
El hogar es ese lugar donde se almacenan tesoros y los ladrones están al acecho para robar lo que puedan.
El hogar es una propiedad inmobiliaria, para comprar y vender.
El hogar es una hipoteca por la que pasas tu vida trabajando para pagar y resintiendo como el infierno.
El hogar es ese lugar entre cuatro paredes donde fuiste maltratado, abusado, violado, odiado sin motivo, por aquellos que se suponía que debían protegerte y cuidarte.
El hogar es esa casa de muñecas de la que una esposa quiere escapar pero carece de los medios o el coraje para hacerlo.
El hogar es ese lugar donde puedes ser una mujer sola o un hombre solo y nadie siente lástima por ti.
El hogar es ese lugar donde fuiste torturado por un gobierno que teme a sus ciudadanos.
El hogar es ese lugar donde te acostaste con hambre.
El hogar es ese lugar donde no te permitían rezar a tus dioses abiertamente.
El hogar es ese lugar donde no tienes miedo de usar un hiyab o una kipá en la calle.
El hogar es ese lugar de guerra y conflicto interminable donde nunca te sentiste seguro.
El hogar es ese lugar del que fuiste expulsado, se te dijo que te fueras o perderías tu vida.
El hogar es ese lugar donde tus ancestros encontraron su último lugar de descanso.
El hogar es ese lugar donde tus ancestros fueron brutalmente deshumanizados y dejados morir sin una tumba.
El hogar es ese lugar que te acogió como a un huérfano cuando no tenías a dónde ir.
El hogar es ese lugar al que deseas seguir regresando.
El hogar es ese lugar al que nunca más quieres regresar.
El hogar es ese lugar que es inefable de la manera en que Isadora Duncan alguna vez comentó que si pudiera decir lo que significa, no tendría que bailarlo.