creación literaria & soluciones textuales
youssef-naddam-iJ2IG8ckCpA-unsplash.jpg

CUADERNO DE INTEGRACIÓN SOCIAL

[entrecruzamientos entre artes y humanidades, bienestar social y mental, con unos toques de poiesis y eudemonía]

CUADERNO DE INTEGRACIÓN SOCIAL · espejos, ventanas, lentes

[entrecruzamientos entre ciencia, artes y humanidades, bienestar social y mental, con unos toques de poiesis y eudemonía]

TIEMPO


Es uno de los mayores retos: no se puede entender bien el tiempo. Por mucho que se explique, una comprensión cabal siempre se escapa de la mente. Este percance quizá tiene sus raíces, en parte, en la duración de la vida humana: los más o menos ochenta años que uno puede, con suerte, vivir en el planeta, tienden a alimentar la firme sensación de lo que significa mucho tiempo. El cerebro habita predominantemente en el aquí y el ahora, porque no parece ser eficaz ni recompensa evolutivamente tener demasiados pensamientos sobre lo que fue o lo que está por venir. Dentro de tres meses ya parece muy remoto; una década antes del propio nacimiento tiene un brillo nebuloso; a cinco años de distancia ya la cosa es inimaginable. Estos sesgos son normales, pero pueden hacer que las cosas sean mucho más difíciles de lo que realmente son. Mucha gente exagera continuamente la importancia de los reveses de la vida, y nunca se pone a pensar en el significado de esa vida dentro del marco temporal mayor de la existencia planetaria (ya no digamos cósmica). Y quizá por eso entramos en pánico mucho más y nos reímos mucho menos de lo que deberíamos. Un primate que considera un viaje de cinco horas como larguísimo o un tiempo de descarga en Internet de tres minutos como lentísimo seguramente tendrá dificultades para encontrar una buena perspectiva sobre la duración de muchas de sus tribulaciones. Bueno, ahora imaginemos que las curvas cerradas del río San Juan en el sureste de Utah parecen conocer bastante bien ese problema y nos ofrecen una solución poderosa. Y es que no podemos contemplarlo mucho rato sin sentir de repente que nos está diciendo algo extraordinario sobre el tiempo. El río San Juan ha ido cortando muy lentamente un sinuoso cañón de 300 metros de profundidad a lo largo de 300 millones de años. Las rocas del fondo del río se remontan al Paleozoico, unos 70 millones de años antes que los dinosaurios. En ese momento, los continentes del planeta estaban fusionados en una masa de tierra gigante, Pangea, el máximo depredador era el Dimetrodon, la tierra estaba poblada por sinápsidos y diápsidos y los mares estaban llenos de moluscos, equinodermos y braquiópodos. Sobre el aire volaban libélulas del tamaño de águilas. A estas alturas ya hemos olvidado la mayor parte de lo que nos enseñaron sobre el tiempo en la escuela, si nos lo enseñaron, pero vale la pena siempre recordar algunos datos básicos sobre cuándo comenzó todo. Edad de la Tierra: aproximadamente 4.5 millones de años. Primera forma de vida en la Tierra: hace aproximadamente 3.5 millones de años. Primer animal terrestre: hace unos 400 millones de años. Primeros dinosaurios: hace poco más de 200 millones de años. Primer homo sapiens: hace más de 200.000 años. Nacimiento de la agricultura: hace 10.000 años. Período dinástico temprano en Egipto: hace 5.000 años. Auge del Imperio Romano: hace casi 2.000 años. Primera fotografía: hace 197 años (esto se escribe en 2023). Primer vuelo con motor: hace 120 años. Último momento de desesperación: hace 5 días. Mientras se examina la lista, la atención puede desdibujarse: unos pocos millones aquí o miles de millones allá son cifras difíciles de procesar. El Río San Juan aprecia esa dificultad y no nos pone ninguna prueba. Se contenta, a través de su majestuosa belleza, con señalar un punto que debería llegarnos tanto a través de los sentidos como a través del entendimiento. En realidad, sólo quiere decirnos una cosa muy simple, a nosotros, los no expertos, con su antigua voz grave: que él es muy, muy viejo, y que nuestra vida es muy, muy corta.

Río San Juan en el Goosenecks State Park.

Carlos Castro Rincón