CÚMULO GLOBULAR
En algún lugar de por aquí, aunque mi ojo inexperto no sabe exactamente dónde mirar, una estrella se encuentra en las etapas finales de una explosión cataclísmica. El inimaginable, vasto resíduo de su materia, que se formó muy temprano en la historia del Universo, apenas unos cientos de millones de años después del Big Bang, y que ardió durante eones como un horno enceguecido de poder, finalmente está siendo reabsorbido en la oscuridad primordial. Pensemos por un momento que esta imagen de la NASA le confiere dignidad y gravedad a la escala en la que se desarrollan nuestras vidas en la Tierra. El cosmos es increíblemente más poderoso que cualquiera. Somos meras partículas de polvo en un espacio ilimitado viviendo en un punto azul pálido, como lo llamó Carl Sagan. No sabemos qué sucederá con nuestras vidas, no sabemos qué les pasará a quienes amamos, si nuestras devociones darán sus frutos o si nuestras esperanzas se cumplirán o se desinflarán. Y, sin embargo, esta imagen podría brindarnos una perspectiva desde la cual, al menos por un rato, ya ninguna de estas cosas importe demasiado. Nos recuerda cuán afortunadamente diminuta parece cualquier preocupación contemplada desde unos cuantos años luz, lo cual podría ayudar a romper el círculo de las peores ansiedades. Claro, eventualmente uno tendrá que volver a tomarse muy en serio ciertos aspectos de su vida, pero por unos momentos puede sentirse tranquilo, extasiado, indiferente como una estrella con respecto a su destino, de una manera que quizá le proporcione el coraje y el buen humor para seguir adelante.