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CUADERNO DE INTEGRACIÓN SOCIAL

[entrecruzamientos entre artes y humanidades, bienestar social y mental, con unos toques de poiesis y eudemonía]

CUADERNO DE INTEGRACIÓN SOCIAL · espejos, ventanas, lentes

[entrecruzamientos entre ciencia, artes y humanidades, bienestar social y mental, con unos toques de poiesis y eudemonía]

NEGRO

Para los que se preocupan por estas cosas, Ad Reinhardt podía dibujar y pintar figurativamente muy bien: flores, ríos, manzanas, a su madre. Pero durante los últimos diez años de su vida, de 1957 a 1967, Reinhardt se centró exclusivamente en una sucesión de grandes lienzos negros vacíos, que ahora cuelgan en muchos de los mejores museos del mundo. Cuando murió de pronto de un ataque al corazón a los 53 años, un amigo comentó que se había desvanecido en su propia oscuridad. Pero Reinhardt no se había limitado a pintar de negro y ya. Para quien esté dispuesto a mirar el tiempo suficiente y con la suficiente paciencia, hay cuadros dentro de los cuadros negros, cuadros que se han teñido de manera sutil con versiones de negro ligeramente adulteradas: negro con un pellizco de rojo, negro con una sombra de azul, negro con una sugerencia mínima de verde. Toma tiempo que llamen la atención, quizá unos minutos. «Todo está en movimiento», comentó Reinhardt, «y el arte debería estar quieto». Detestaba el frenesí de la vida moderna, especialmente la presión de sonreír y presentar todo el tiempo una fachada alegre y ocupada. La existencia para él era una tragedia y el arte estaba allí para testimoniar y reflexionar sobre eso. Quería que su obra invitara a la contemplación de los temas más serios y desesperados. Pero, a pesar de todo, sus lienzos están lejos de ser tétricos. Dispuestos en una secuencia a lo largo de una gran pared blanca, apuestan por el abandono de la frivolidad y la superficialidad y por una reconciliación digna con la solemnidad y el dolor. Ya no hay que fingir; puede uno sumergirse tranquilamente en la oscuridad. Para el pintor, la gente se enferma porque se escapa demasiado rápido y con demasiada frecuencia de sus estados mentales más graves. Si uno pudiera quedarse quieto y explorarlos, dice, podría descubrir múltiples posibilidades de compasión y reconsideración. Hay tanto al acecho en los aspectos más oscuros de la vida que cuando uno mira esos cuadros negros es invitado a no asustarse ante los arrepentimientos, las aspiraciones frustradas o los recuerdos más agridulces. Estas variantes del negro sugieren que la oscuridad no tiene por qué ser sinónimo de algo terrible. La oscuridad es rica en detalles, rica en serenidad para quien esté dispuesto a mirar detenidamente a través de sus profundidades.

Ad Reinhardt. Pinturas negras, 1957-67.

Carlos Castro Rincón