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CUADERNO DE INTEGRACIÓN SOCIAL

[entrecruzamientos entre artes y humanidades, bienestar social y mental, con unos toques de poiesis y eudemonía]

CUADERNO DE INTEGRACIÓN SOCIAL · espejos, ventanas, lentes

[entrecruzamientos entre ciencia, artes y humanidades, bienestar social y mental, con unos toques de poiesis y eudemonía]

FLORES

Parece que ella no tiene muchas cosas por las que estar contenta. Apenas le quedan unos meses de vida, tuvo que vender su casa después de aquel diagnóstico, su cadera le está dando problemas, no escucha nada con su oído izquierdo, ha visto morir a muchos de sus amigos cercanos. Y sin embargo, extraordinariamente, sonríe. Además, aunque suene extraño, es más feliz ahora que hace un tiempo, cuando aparentemente tenía mucho más por lo que sentirse bien, cuando podía correr y escuchaba perfectamente la caída de un alfiler. Es más feliz que a los veinte años, cuando estaba decidiéndose entre, cómo se llamaban, Robert y Charles. O cuando tenía cuarenta años y los niños eran adolescentes. O después de que el matrimonio se desmoronara y ella se mudase sola a un pequeño lugar en las afueras. En el fondo, ya todas las preocupaciones se han ido desvaneciendo. Está viviendo enteramente en el presente. No mira mucho más allá de mañana o pasado mañana. Está bastante sorprendida de haber llegado hasta la primavera. Estudia todo con paciencia y asombro. Qué extraordinaria es una rosa, piensa, con la alegría de un niño pequeño (una de las cuidadoras se la trajo después de que su hija mencionara un jardín en quién sabe dónde). Nunca le habían interesado demasiado las flores hasta los sesenta años. Entonces empezaron a importarle mucho. Muchísimo. En ese momento, todas sus grandes aspiraciones se habían visto afectadas por las circunstancias y ella conocía muy bien la brecha entre sus esperanzas y la realidad. Entonces, las flores dejaron de ser un insulto a la ambición y se volvieron un verdadero placer en medio de una letanía de problemas. Ya no le importan las grandes cosas de la vida. Cuando los políticos discuten en la televisión, ella mira hacia otro lado. Ha visto a tantos bebés convertirse en viejos, y a jóvenes brillantes desvaniéndose en la nada. No se preocupa por lo que sucederá con el planeta ni se emociona por lo que los científicos puedan descubrir. Si la visitas, sólo quiere saber cómo estás y si tienes frío, calor o si te apetece algo de beber. Está feliz de que existas y de que pueda poner su mano sobre la tuya. Al final de la vida lo único que importa es la amabilidad. Y con la pequeña ayuda de unos cuantos amigos podemos aprender alguna cosa todavía.

Foto de Martine Franck. Mujer mayor en La Maison de Nanterre, 1978.

Carlos Castro Rincón