PLANES
Tienden a apegarse mucho al plan A. Se casarán, se mudarán a una casa cerca de un parque, trabajarán a cambio de una extraordinaria remuneración, se dedicarán a la filantropía y luego terminarán en una cabaña junto al mar pintando y cuidando a sus nietos. O se convertirán en alguien famoso, estarán en todas las portadas, reconocidos en los más prestigiosos escenarios y, con el tiempo, serán maravillosos mentores de otros famosos. Y entonces la vida se ríe y les da cáncer o los despiden del trabajo; o dicen algo inapropiado y son cancelados o se declaran en quiebra o sufren tinnitus o se vuelven bipolares. Hay alrededor de 78 órganos principales en el cuerpo y cada uno de ellos puede fallar espectacularmente de una manera tremenda, florida y rápida. Cada persona está rodeada de millones de personas cuyas aspiraciones están activa o pasivamente en conflicto con las suyas. El cuerpo es una máquina extremadamente frágil de nervios y neuronas a la deriva en un universo aleatorio de bordes afilados. Las posibilidades de que algo salga mal son enormes, y saldrán mal. Por lo tanto, lo que necesitan, además de la educación para hacer realidad algunos de sus sueños, es quizá una sólida educación en la elaboración de alternativas: un plan B, un plan C. ¿Qué podrían hacer cuando el primer matrimonio explote? ¿Cuando llegue el escándalo? ¿Cuando el hígado se estropee? ¿Cuando se vaya la vista? ¿Cuando mueran los tres mejores amigos? La cuestión es cómo mantener el control sobre todos los planes como si siempre fueran tentativos y leves. Esta es la persona con la que te casaste; por ahora. Esta es la casa en la que vives; en este momento. Esta es tu reputación; de momento. Nada está garantizado. Pero, afortunadamente, las necesidades de supervivencia tampoco son tan fijas como se cree: los seres humanos son criaturas que, cuando sea necesario, aceptarán con bastante facilidad que ha llegado el momento de morir. Y de este músculo realista infrautilizado surge una capacidad muy subestimada para incorporar pensamientos difíciles. Supusieron que siempre tendrían dos piernas; ahora se van a tener que conformar con una. Pensaron que siempre podrían hablar; ahora necesitan escribir sus intenciones en un ordenador. Imaginaron que nunca volverían a estar solteros; ahora están preparando la cena para uno solo. Pensaron que sus seres queridos vivirían para siempre; ahora están organizando sus funerales.