MAPA
Cuando uno viaja es de gran ayuda utilizar mapas que hayan recreado de forma precisa y exhaustiva las características reales del paisaje. Pero puede ser igual de útil contar con mapas que contengan carencias: mapas donde no todo está arreglado, mapas que permiten especulaciones sorprendentes e inusuales, mapas que se demoran en algún que otro monstruo, mapas con regiones desconocidas, mapas que aprecian lo mucho que se necesita tener algo de terra incognita para jugar. Uno de los mapas más inspiradores a este respecto fue completado en 1587 por el geógrafo italiano Urbano Monte. Aunque se enfrascó quince años en él y consultó con cientos de viajeros y marineros para dibujarlo, está conmovedoramente equivocado en muchas cosas: Australia es una masa extensa frente a la Antártida, Japón está casi unido a Alaska, el estuario del Amazonas es siete veces su tamaño real, existe una profunda confusión en torno a la escala de las islas de Indonesia. Hay criaturas fantásticas esparcidas por todas partes: sirenas en el Golfo de California, pájaros parecidos a flamencos en Tierra del Fuego, hombres gigantes con barba que luchan entre sí en los Andes, bestias parecidas a rinocerontes que deambulan por Namibia y unicornios, muchos unicornios aquí y allá. Y luego, donde incluso la imaginación de Monte se agota, simplemente coloca grupos de árboles (europeos), flores y fragmentos de tierras desconocidas homenajeadas. Sería desde luego un desastre utilizar el mapa para navegar alrededor del mundo, pero es un placer contemplarlo, en parte porque uno a veces se asfixia con lo que parece saberse y se supone inamovible, incuestionable. Así debemos educar a los niños, así es como se supone que deben ser las relaciones, este es el tipo de trabajo que conviene tener... Sin embargo, la verdad es que muchas cosas siguen siendo completamente imprevistas, no en lo que atañe a los mapas, sino en la existencia en todo su conjunto. Uno lucha por saber cuál debería ser su propósito colectivo, no puede comprender con seguridad en qué y para qué está tratando de educarse. El objetivo final de aumentar la riqueza es opaco, nadie entiende cómo funcionan las relaciones y por qué simplemente a veces no funcionan. La mayor parte del tiempo, la soledad y el miedo siguen siendo endémicos. La tecnología no ofrece mucho después de todo. El animal humano parece tan demente, inquieto y cruel como siempre. Por tanto, qué útil es dejar que un mapa muy antiguo y torcido destaque en forma visual este punto: que nadie sabe nada realmente. Sabemos cosas, por aquí y por allá, sí. Pero en áreas clave, donde valdría la pena saber, todavía está en juego una espectacular ignorancia original, una percepción tan aterradora como emancipadora. Porque no tenemos que someternos continuamente a la autoridad. No tenemos que creer en expertos. ¿Por qué no podría uno confiar más en su propia mente y dar mayor crédito a algunos de sus deseos más auténticos? Por eso los unicornios y los continentes deformes de Monte, a pesar de sus peculiaridades, nos dirigen a todos con gran precisión a un destino real: ese lugar donde entendemos que somos mucho más libres de lo que pensábamos.